La crisis nunca ha sido un fenómeno extraordinario o ajeno a la lógica del capitalismo. Como su sombra, lo ha acompañado durante toda su historia. Por eso, desde muy temprano sus críticos siempre se han sostenido sobre esta debilidad sistémica. Acaso ha sido Marx, y con él la tradición conceptual y política que ha inspirado, quien ha logrado explicar mejor las causas que animan a la crisis y, a la vez, comprender cómo ellas podrían poner final a este modo de producción.

Ahora bien, tras el colapso de los socialismos reales y la unificación neoliberal del mundo capitalista, todo pronóstico que le asigne una muerte inminente e inexorable se ha vuelto motivo de controversia. A su vez, el marxismo ha enfrentado una crisis inusitada, incomparable a cualquiera de las que le tocara atravesar en el pasado. Fue entonces que la celebración del «fin de la historia» se combinó con la instauración de un profundo y extendido pathos melancólico que, por algún tiempo, signó a las izquierdas y al pensamiento crítico en general.

En los últimos años, sin embargo, un nuevo revés se impuso tras la irrupción de un movimiento filosófico-político habilitante de una más amplia recomposición teórica volviendo nuevamente pensable una crítica del capitalismo que no desista de los anhelos de una transformación práctica del orden social.

Este encuentro invita a retomar la discusión, poniendo el acento sobre las perspectivas de futuro que actualmente pueden ser avizoradas en las constelaciones materialistas de críticas sociales y luchas emancipatorias. La intención es que, a través de la alianza efectiva y el medio de la conversación, consiga someterse a debate aquello que hoy en día, cada vez más, parece comenzar después de un presente ininterrumpido que podría haber sido otro y que, pese y contra todo, todavía está en condiciones de llegar a ser.

Si la nuestra era una «sociedad del cansancio», lo era en el sentido de que, tras la reactivación de los cuerpos, el (re)encuentro se volviera una alternativa. Porque si dijimos «realismo capitalista» y concedimos que resultaba más sencillo imaginar el fin del mundo que el ocaso del capitalismo, lo hicimos con el exclusivo propósito de recuperar la iniciativa, tramar nuevos posibles y redimir futuros perdidos.